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PORQUE LOS NERDS SON IMPOPULARES ?

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 por Paul Graham

febrero de 2003

Cuando estábamos en primer ciclo de secundaria, mi amigo Rich y yo hicimos un mapa de las mesas del comedor de la escuela según la popularidad. Eso era fácil de hacer, porque los chicos sólo comían con otros de más o menos la misma popularidad. Los clasificamos de A a E. Las mesas A estaban llenas de jugadores de fútbol, cheerleaders y así. Las mesas E incluían a los chicos aquejados de casos simples de síndrome de Down, lo que en el lenguaje de la época llamábamos retrasados. Nosotros nos sentábamos en una mesa D, lo más bajo que se podía estar sin tener un aspecto físico diferente. No estábamos siendo particularmente más sinceros clasificándonos en la clase D. Por otra parte, hubiera sido una mentira intencionada decir otra cosa. Todo el mundo en la escuela sabía exactamente lo popular que era cada uno, incluyéndonos a nosotros. Mi popularidad comenzó a subir poco a poco durante los años de instituto. Llegó finalmente la pubertad, me convertí en un buen jugador de fútbol, fundé un periódico clandestino escandaloso.

Así pues, vi un buen tramo de la escala de popularidad. Conozco mucha gente que fue nerd en la escuela y todos cuentan la misma historia: hay una fuerte correlación entre ser inteligente y ser un nerd e incluso una mayor correlación inversa entre ser un nerd y ser popular. Ser inteligente parece hacerte impopular. ¿Por qué? Para alguien que esté ahora en la escuela, esto parece ser una pregunta muy rara que plantear. Es un hecho tan aplastante que podría parecer extraño imaginar que pudiera ser de otro modo. Pero podría serlo. Ser inteligente no te convierte en un marginado en la escuela primaria. Tampoco te hace daño en el mundo real. Por lo que puedo ver, tampoco es el problema tan malo en la mayoría de los otros países.
 
Pero en un instituto norteamericano de secundaria típico, ser inteligente muy probablemente te hará difícil la vida. ¿Por qué? La clave de este misterio es reformular un poco la pregunta: ¿por qué los chicos inteligentes no se vuelven populares? Si son tan inteligentes, ¿por qué no comprenden cómo funciona la popularidad y dominan el sistema, igual que hacen con los tests de aptitud? Se dice que esto sería imposible, que los chicos inteligentes son impopulares porque los otros chicos los envidian por ser inteligentes y nada que pudieran hacer los podría hacer populares. Ojalá. Si los otros chicos del instituto me envidiaban, consiguieron disimularlo muy bien.
Y en cualquier caso, si ser inteligente fuera realmente una cualidad envidiable, las chicas hubieran roto las filas.
A las chicas les gustan los chicos a quienes los otros chicos envidian. En las escuelas a las que fui, ser inteligente simplemente no importaba mucho. Los chicos no admiraban ni despreciaban la inteligencia. En igualdad de condiciones hubieran preferido estar en el lado de los más inteligentes que la media que en el lado de los más tontos, pero la inteligencia contaba mucho menos que, digamos, la apariencia física, el carisma o la habilidad atlética. Entonces, si la inteligencia en sí misma no es un factor de popularidad, ¿por qué los chicos inteligentes son sistemáticamente impopulares? Creo que la respuesta es que en realidad no quieren ser populares. Si alguien me lo hubiera dicho entonces, me hubiera reído de él. Ser impopular en la escuela hace desgraciados a los chicos, algunos tanto que se suicidan. Decirme que no quería ser popular hubiera parecido como decir a alguien que se muere de sed en el desierto que no quiere un vaso de agua. Claro que quería ser popular. Pero en realidad no quería, no lo bastante. Había otra cosa que quería más: ser inteligente. No simplemente ir bien en la escuela, aun si eso contaba para algo, sino diseñar bellos cohetes, o escribir bien, o entender cómo programar ordenadores. En general, hacer grandes cosas.
Entonces nunca había intentado separar mis deseos y pesarlos uno contra el otro. Si lo hubiera hecho, hubiera visto que ser inteligente era más importante. Si alguien me hubiera ofrecido la oportunidad de ser el chico más popular de la escuela, pero sólo al precio de ser de inteligencia media (sígame la corriente), no lo hubiera aceptado. A pesar de todo lo que sufren por su impopularidad, no creo que muchos nerds hubieran aceptado. Para ellos la idea de una inteligencia media es insoportable. Pero la mayoría de los chicos si hubieran aceptado. Para la mitad de ellos hubiera sido un progreso. Incluso para alguien más inteligente que el 80% de los chicos (suponiendo, como entonces lo hacían todos, que la inteligencia es un valor escalar), ¿quién no dejaría perder 30 puntos para ser amado y admirado por todos? Y ese creo que es la raíz del problema. Los nerds sirven a dos amos: quieren ser populares, ciertamente, pero aun quieren más ser inteligentes. Y la popularidad no es algo en lo que se pueda trabajar en el tiempo libre, no en el entorno ferozmente competitivo de una escuela secundaria norteamericana. [Leone Battista] Alberti, del que podría decirse que es el arquetipo de hombre del Renacimiento, escribe que «ningún arte, no importa lo poco importante que sea, exige menos que dedicación total si se quiere sobresalir en él». Me pregunto si alguien en el mundo trabaja más duro en algo que lo que trabajan los chicos de las escuelas norteamericanas en ser populares.
 
Los grupos de operaciones especiales (SEAL) de la Marina y los neurocirujanos residentes parecen perezosos en comparación: de vez en cuando van de vacaciones; algunos tienen incluso aficiones. Un adolescente norteamericano puede trabajar en ser popular cada hora de vigilia, 365 días al año. No pretendo sugerir que lo hagan conscientemente. Algunos de ellos son realmente pequeños Maquiavelos, pero lo que realmente pretendo decir es que los adolescentes siempre están de servicio por lo que respecta a la conformidad. Por ejemplo, los adolescentes prestan mucha atención a la ropa. No se visten conscientemente para ser populares. Se visten para tener buena apariencia. Pero, ¿para quién? Para los otros chicos. Las opiniones de los otros chicos se convierten en su definición de lo correcto, no sólo en lo que se refiere a la ropa, sino para casi todo lo que hacen, incluso en el modo de caminar. Y así todo esfuerzo que hacen para hacer «bien» las cosas es también, conscientemente o no, un esfuerzo para ser más populares. Los nerds no se dan cuenta de esto. No se dan cuenta de que hay que trabajar para ser popular. En general, las personas que están fuera de un ámbito muy exigente no se dan cuenta de la medida en que el éxito depende del esfuerzo constante (aunque a menudo inconsciente).

Por ejemplo, la mayoría de la gente parece considerar la capacidad de dibujar como algún tipo de cualidad innata, como ser alto. De hecho, a la mayoría de la gente que sabe dibujar le gusta el dibujo, y ha pasado muchas horas haciéndolo: por eso son buenos en ello. Del mismo modo, popular no es algo que uno sea o no, sino algo en que uno se hace a sí mismo. La principal razón de que los nerds sean impopulares es que tienen otras cosas en que pensar. Su atención se dirige a los libros, o a la naturaleza, no a las modas o a las fiestas. Son como alguien que intenta jugar al fútbol mientras intenta mantener un vaso de agua en equilibrio sobre su cabeza: otros jugadores que pueden concentrar toda su atención en el juego los derrotan sin esfuerzo y se preguntan por qué parecen tan incapaces. Incluso si los nerds se preocuparan tanto como otros chicos de la popularidad, les costaría más trabajo ser populares. Los chicos populares aprendieron a ser populares y a querer ser populares del mismo modo en que los nerds aprendieron a ser inteligentes y a querer serlo: de sus padres. Mientras que los nerds fueron preparados para conseguir las respuestas correctas, los chicos populares fueron preparados para agradar. Hasta aquí he hecho un poco de trampa con la relación entre ser inteligente y ser nerd, usando los conceptos como si fueran intercambiables. De hecho, sólo es el contexto lo que los hace intercambiables.

Un nerd es alguien que no es lo bastante hábil socialmente. Pero bastante depende de dónde se está. En una escuela norteamericana típica, los criterios exigidos para ser guay son tan altos que no hace falta ser especialmente torpe para parecerlo. Pocos chicos inteligentes pueden disponer de la atención que exige la popularidad. A menos que sean también guapos, atletas naturales o hermanos de chicos populares, tienden a convertirse en nerds. Y por eso la vida de la gente inteligente es la peor entre, digamos, los 11 y 17 años. La vida a esa edad, gira mucho más en torno a la popularidad que antes o después. Antes de eso, las vidas de los niños están dominadas por sus padres, no por otros niños. A los niños les importa lo que piensan sus compañeros en la escuela primaria, pero eso no es toda su vida, como pasa después. Más o menos a los 11 años, sin embargo, los niños comienzan a tratar su familia como un trabajo diario. Crean un nuevo mundo entre ellos y estar en este mundo es lo que cuenta, no estar en su familia. Más aun, tener problemas con su familia puede ganarles puntos en el mundo que les interesa. El problema es que el mundo que crean estos niños para sí mismos es al principio muy burdo. Si se deja a su aire a un grupo de niños de once años lo que se obtiene es El señor de las moscas. Como muchos chicos norteamericanos, leí este libro en la escuela. Supongo que no era una coincidencia. Supongo que alguien quería señalarnos que éramos salvajes y que nos habíamos construido un mundo cruel y estúpido. Eso era demasiado sutil para mí. Aunque el libro parecía completamente creíble, no capté el mensaje extra. Preferiría que nos hubieran dicho abiertamente que éramos salvajes y que nuestro mundo era estúpido. Los nerds encontrarían más soportable su impopularidad si la consecuencia fuera simplemente ser ignorados.

Desgraciadamente, ser impopular en la escuela significa ser perseguido activamente. ¿Por qué? Una vez más, cualquiera que esté ahora en la escuela podría pensar que es una extraña pregunta. ¿Cómo podría ser de otra forma? Pero podría serlo. Los adultos no persiguen normalmente a los nerds. ¿Por qué lo hacen los adolescentes? En parte es porque los adolescentes son aún medio niños y muchos niños son intrínsecamente crueles. Algunos torturan a los nerds por la misma razón por la que arrancan las patas a las arañas: antes de desarrollar una conciencia, la tortura es divertida. Otra razón por la que los niños persiguen a los nerds es que así se sienten mejor. Para sostenerse verticalmente en el agua hay que impulsar el agua hacia abajo. Del mismo modo, en cualquier jerarquía social, la gente insegura de su posición intentará afirmarla maltratando a quienes juzgan que están por debajo de ellos. He leído que por eso los blancos pobres de los Estados Unidos son el grupo más hostil a los negros. Pero creo que la principal razón por la que los otros chicos persiguen a los nerds es que es parte del mecanismo de popularidad. Ser popular tiene que ver sólo en parte con el atractivo personal: tiene mucho más que ver con las alianzas. Para ser más popular, se necesita constantemente hacer cosas que nos acerquen a otras personas populares, y no hay nada que acerque más a la gente que un enemigo común. Igual que un político que quiere distraer la atención de los votantes del mal momento del país, se puede crear un enemigo si no hay uno real. Al escoger a un nerd y perseguirlo, un grupo de niños situados más arriba en la jerarquía crea lazos entre ellos: atacar a alguien de fuera del grupo los hace a todos entrar en el grupo. Por eso los peores casos de acoso escolar tienen que ver con grupos. Pregunte a cualquier nerd: el trato de un grupo de chicos es mucho peor que el de un matón individual, no importa lo sádico que sea.

Por si sirve de consuelo a los nerds, no es nada personal. El grupo de críos que se une para meterse contigo hacen lo mismo, y por la misma razón, por la que un grupo de individuos se reúnen para ir de caza. Sólo necesitan algo que cazar. Como están en la parte de abajo de la escala, los nerds son un blanco seguro para toda la escuela. Si recuerdo bien, los chicos más populares no persiguen a los nerds, no necesitan rebajarse haciendo estas cosas. La mayor parte de la persecución viene de los chicos de más abajo, de las aprensivas clases medias. El problema es que son numerosos. La distribución de la popularidad no es una pirámide, sino que se estrecha por abajo como una pera: el grupo menos popular es bastante pequeño (creo que éramos la única mesa D en nuestro mapa de la cafetería). De este modo, hay más gente que quiere meterse con los nerds que nerds. Además de ganar puntos al distanciarse de los chicos impopulares, se pierden por acercarse a ellos. Una mujer que conozco dice que en el instituto le gustaban los nerds, pero que temía ser vista hablando con ellos porque otras chicas la ridiculizarían. La impopularidad es una enfermedad contagiosa: hasta los chicos demasiado buenos para meterse con los nerds los excluirán como autodefensa. No es sorprendente, pues, que los chicos inteligentes tiendan a ser infelices en la escuela secundaria. Sus otros intereses les dejan muy poca atención que dedicar a la popularidad, y como la popularidad es un juego de suma cero, eso les convierte a su vez en objetivos para toda la escuela. Y lo extraño es que este guión de pesadilla transcurre sin ninguna malicia consciente, simplemente porque es la forma de la situación. Para mí el peor periodo fue el primer ciclo de secundaria, cuando la cultura de los chicos era nueva y dura, y la especialización que acabaría separando gradualmente a los chicos inteligentes apenas comenzaba. Casi todos con quienes he hablado están de acuerdo: el punto más bajo está entre 11 y 14 años. En nuestra escuela estaba en octavo curso, que en mi caso era entre los 12 y 13 años. Ese año hubo un acontecimiento notable, pero breve, cuando una de nuestras profesoras oyó a un grupo de chicas cuando esperaban el autocar de la escuela y quedó tan horrorizada que al día siguiente dedicó toda la clase a un elocuente alegato para que no fuéramos tan crueles con los demás. Eso no tuvo efecto perceptible. Lo que me llamó la atención entonces fue que estuviera sorprendida. ¿De verdad que no conocía el tipo de cosas que se decían entre los alumnos? ¿De verdad que esto no era normal? Es importante darse cuenta que no, que los adultos no saben lo que los chicos se hacen unos a otros. Saben, de modo abstracto, que los chicos son monstruosamente crueles unos con otros, igual que sabemos de modo abstracto que se tortura a la gente en los países pobres. Pero, como a nosotros, no les gusta entretenerse en este hecho deprimente y no ven evidencias de abusos específicos a menos que vayan a buscarlas.
 
Los profesores de las escuelas públicas se encuentran más o menos en la misma posición que los guardianes de una prisión. La principal preocupación de los guardianes es de mantener a los prisioneros en las instalaciones. También necesitan tenerlos alimentados y, en la medida de lo posible, impedir que se maten unos a otros. Aparte de eso, quieren tener que vérselas con ellos lo menos posible, así que les dejan crear la organización social que quieran, sea la que sea. Por lo que he leído, la sociedad que crean los prisioneros es retorcida, salvaje y omnipresente, y no es divertido estar en su parte inferior. A grandes trazos era igual que en las escuelas a las que fui. Lo más importante era permanecer en las instalaciones. Mientras estábamos allí, las autoridades nos alimentaban, impedían la violencia manifiesta y hacían algún esfuerzo por enseñarnos algo. Pero más allá de eso no querían tener que vérselas con los chicos. Como guardianes de prisión, los profesores generalmente nos abandonaban a nosotros mismos. Y, como prisioneros, la cultura que habíamos creado era brutal. ¿Por qué el mundo real es más acogedor con los nerds? Podría parecer que la respuesta es que está poblado por adultos, que son demasiado maduros para meterse unos con otros. Pero no creo que esto sea cierto. Los adultos en la cárcel desde luego que se meten unos con otros. Y también, manifiestamente, las mujeres de la alta sociedad: en algunas partes de Manhattan, la vida de las mujeres parece una continuación del instituto, con las mismas intrigas banales. Creo que lo más importante del mundo real no es que esté poblado por adultos, sino que es muy grande, y las cosas que se hacen tienen efectos reales. Eso es lo que les falta a la escuela, a la prisión y a las señoras de las cenas de sociedad. Los habitantes de todos esos mundos están atrapados en pequeñas burbujas donde nada de lo que hagan puede tener efecto más allá del nivel local. Esas sociedades degeneran naturalmente en el salvajismo. No tienen función consecuente con su forma. Cuando las cosas que se hacen tienen efectos reales, ya no es suficiente ser agradable. Comienza a ser importante tener las respuestas correctas, y ahí es donde los nerds manifiestan tener ventaja. Bill Gates viene por supuesto a la memoria: aunque carece de habilidades sociales, tiene las respuestas correctas, al menos cuando se miden en ingresos. La otra cosa diferente del mundo real es que es mucho mayor. En una colectividad lo bastante grande, incluso las más pequeñas minorías pueden alcanzar una masa crítica si se agrupan.
En el mundo real los nerds se reúnen en ciertos lugares y forman sus propias sociedades donde la inteligencia es lo más importante. A veces la corriente comienza a fluir en dirección contraria: a veces, particularmente en los departamentos de matemáticas y de ciencias de las universidades, los nerds exageran deliberadamente su torpeza para parecer más inteligentes: John Nash admiraba tanto a Norbert Wiener que copió su hábito de tocar la pared mientras recorría un pasillo. Cuando tenía 13 años no tenía mucha más experiencia del mundo que lo que había visto inmediatamente a mi alrededor. El pequeño mundo retorcido en el que vivíamos era, eso pensaba, el mundo. El mundo parecía cruel y aburrido, y no estoy seguro cuál de las dos cosas era peor. Como yo no encajaba en este mundo, pensaba que tenía que tener algún problema. No me daba cuenta de que la razón por la que los nerds no encajábamos era porque de algún modo íbamos un paso por delante: ya estábamos pensando en el tipo de cosas que importan en el mundo real, en vez de perder todo nuestro tiempo en jugar el juego que los otros, exigente pero en su mayor parte sin sentido. Estábamos un poco como lo estaría un adulto si se encontrara metido de nuevo en el instituto: no sabría qué ropa hay que llevar, qué música hay que escuchar, qué lenguaje utilizar. A los chicos les parecería un completo extraño. Lo que pasa es que el adulto sabría lo bastante como para que no le importara lo que pensaran. Nosotros no teníamos ese tipo de confianza. Mucha gente parece pensar que es bueno que los niños inteligentes se mezclen con niños «normales» en esta etapa de sus vidas. Quizás. Pero en al menos algunos casos la razón por la que los nerds realmente no encajan es que todos los demás están locos.

Recuerdo haber estado sentado entre los asistentes a un pep rally [el espectáculo para animar al equipo de la escuela que se hace antes de un partido (N. del T.)] en mi instituto, viendo cómo las cheerleaders lanzaban la efigie de un jugador contrario al público para que la despedazaran. Me sentí como un explorador que fuera testigo de un estrafalario ritual tribal. Si pudiera volver y dar algún consejo a mi yo de 13 años, lo primero que le diría sería que levantara la cabeza y mirara alrededor. Realmente no me daba cuenta entonces, pero todo el mundo en que vivíamos era tan artificial como un huevo Kinder. No sólo la escuela, sino todo el pueblo. ¿Por qué la gente se muda al extrarradio? ¡Para tener niños! No es sorprendente que eso parezca aburrido y estéril. Todo el lugar era una guardería gigante, un pueblo artificial creado explícitamente para el propósito de la cría de niños. En donde crecí parecía como si no hubiera sitio adonde ir ni nada que hacer. Esto no era casualidad. Las barrios de extrarradio se diseñan para excluir el mundo exterior, porque contiene cosas que podrían poner en peligro a los niños. En cuanto a las escuelas, eran rediles de contención dentro de este mundo artificial. Oficialmente el propósito de las escuelas es enseñar a los niños. En realidad, su objetivo principal es mantener encerrados a los niños en un lugar durante una buena parte del día para que los adultos puedan hacer cosas. Y no veo problema en esto: en una sociedad industrial especializada sería un desastre tener a los niños sueltos por ahí. Lo que me fastidia no es que a los niños se les mantenga en prisiones, sino que a) no se les diga nada de ello y b) que las prisiones estén administradas principalmente por los reclusos. Se envía a los niños a pasar seis años memorizando hechos sin sentido en un mundo dirigido por una casta de gigantes que corre detrás de un balón oval marrón, como si esto fuera la cosa más natural del mundo. Y si se oponen a este cóctel surrealista, les llaman inadaptados. La vida en este mundo retorcido está llena de tensión para los niños. Y no sólo para los nerds. Como cualquier guerra, es perjudicial incluso para los vencedores. Los adultos no pueden evitar ver que los adolescentes están atormentados. Entonces, ¿por qué no hacen algo al respecto? Porque echan las culpas a la pubertad: la razón por la que los chicos son tan infelices, dicen para sí los adultos, es que nuevas sustancias químicas monstruosas, las hormonas, están fluyendo ahora por su torrente sanguíneo y alborotándolo todo. No hay nada equivocado en el sistema, es simplemente inevitable que los chicos se sientan desgraciados a esa edad.

Esta idea está tan extendida que incluso los chicos creen en ella, lo que probablemente no ayuda. Alguien que piense que sus pies le hacen daño de forma natural no va a pararse a considerar la posibilidad de que está llevando zapatos del número equivocado. Desconfío de esta teoría de que los chicos de 13 años estén intrínsecamente estropeados. Si es fisiológico, debería ser universal. ¿Los mongoles nómadas son todos nihilistas a los 13 años? He leído mucha historia y no he visto ni una sola referencia a este supuesto hecho universal antes del siglo XX. Los aprendices en el Renacimiento parecen haber sido alegres y entusiastas. Se metían en peleas y se jugaban malas pasadas, seguro (a Miguel Ángel le rompió la nariz un matón), pero no estaban desquiciados. En mi opinión, el concepto del adolescente enloquecido por las hormonas aparece a la vez que los barrios periféricos. No creo que esto sea coincidencia. Creo que los adolescentes se vuelven locos por la vida que se les hace llevar. Los aprendices adolescentes del Renacimiento trabajaban como condenados. Los adolescentes de ahora son perros falderos neuróticos. Su locura es la locura de los ociosos de todas partes. Cuando estaba en la escuela el suicidio era un tema constante entre los chicos más inteligentes. Nadie de los que conocí lo cometió, pero varios lo pensaron, y algunos puede que lo hayan intentado. Normalmente era sólo una pose. Como a los otros adolescentes, nos gustaba lo espectacular, y el suicidio parecía muy espectacular. Pero en parte era porque nuestras vidas eran a veces auténticamente desgraciadas. El acoso era sólo parte del problema. Otro problema, y posiblemente aún peor, era que nunca tuvimos nada real en que trabajar. A los humanos les gusta trabajar: en la mayoría del mundo, tu trabajo es tu identidad. Y todo el trabajo que hacíamos no tenía sentido, o eso parecía entonces. En el mejor de los casos era práctica para el trabajo real que podríamos hacer en el futuro, tan lejano que ni siquiera sabíamos entonces para qué estábamos practicando. Más a menudo era sólo una serie arbitraria de aros a través de los cuales teníamos que saltar, palabras sin contenido diseñadas principalmente por su posibilidad de objeto de examen. (Las tres causas principales de la Guerra Civil fueron... Examen: haga la lista de las tres causas principales de la Guerra Civil). Y no había manera de declararse objetor. Los adultos habían acordado entre ellos que era la ruta a la universidad. El único modo de escapar a esta vida vacía era someterse a ella. Los adolescentes habían tenido un papel más activo en la sociedad. En la época preindustrial eran todos aprendices de un tipo u otro, fuera en tiendas, en granjas o incluso en buques de guerra. No se les dejaba abandonados para crearan sus propias sociedades: eran jóvenes miembros de las sociedades adultas. Los adolescentes parecen haber respetado más a los adultos entonces, porque los adultos eran los expertos visibles en las habilidades que intentaban aprender. Ahora la mayoría de los chicos tienen una vaga idea de lo que hacen sus padres en lejanas oficinas y no ven conexión (y, de hecho, hay muy poca) entre el trabajo en la escuela y el trabajo que harán como adultos. Y si los adolescentes respetaran más a los adultos, lo adultos encontrarían más utilidad en los adolescentes. Tras un par de años de formación, un aprendiz podría ser una ayuda real. Incluso al aprendiz más novato se le puede hacer llevar mensajes o barrer el taller. Hoy los adultos no necesitan de forma inmediata a los adolescentes. Serían un estorbo en la oficina. Así pues, los depositan en las escuelas en su camino al trabajo, igual que si depositaran al perro en una residencia canina antes de salir de fin de semana. ¿Qué pasó? Esta es una cuestión difícil. La causa de este problema es la misma causa de tantos males: la especialización. A medida que los trabajos se hicieron cada vez más especializados, hace falta formarse más para poder realizarlos. Los chicos de la época preindustrial comenzaban a trabajar a los 14 años como muy tarde. Los niños de las granjas, donde vivía la mayoría de la gente, comenzaban mucho antes. Ahora los chicos que van a la universidad no comienzan a trabajar hasta los 21 ó 22 años. En el caso de ciertas titulaciones, como máster o doctorado, puede que no se acabe la formación hasta los 30. Los adolescentes de hoy no tienen utilidad, excepto como mano de obra barata en industrias como la comida rápida, que evolucionaron para explotar precisamente este hecho. En casi cualquier otro tipo de trabajo serían una pérdida neta. Pero además son demasiado jóvenes para dejarlos sin supervisión. Alguien tiene que vigilarlos, y la forma más eficaz de hacerlo es ponerlos juntos en un mismo sitio. Así unos pocos adultos pueden vigilarlos a todos. Si paramos aquí, lo que estamos describiendo es literalmente una prisión, aunque sea a tiempo parcial. El problema es que muchas escuelas en la práctica paran aquí.
 
El propósito explícito de las escuelas es educar a los niños. Pero no hay ninguna presión externa para hacer esto bien. Y así la mayoría de las escuelas hacen un trabajo tan malo de enseñanza que los niños no lo toman realmente en serio, ni siquiera los chicos inteligentes. La mayoría de las veces todos, alumnos y profesores, sólo procedíamos por pura fórmula. En mi clases de francés del instituto se suponía que teníamos que leer Les misérables, de Victor Hugo. No creo que ninguno de nosotros supiera el francés tan bien como para abrirnos camino por ese libro enorme. Como el resto de la clase, yo simplemente leía por encima las sinopsis. Cuando nos ponían un examen sobre el libro, me di cuenta de que las preguntas parecían raras: estaban llenas de largas palabras que nuestro profesor nunca hubiera usado. ¿De dónde venían estas preguntas? De las notas sinópticas. El profesor también las usaba. Sencillamente, todos estábamos fingiendo. Ciertamente hay profesores de escuela pública sensacionales. La energía e imaginación de mi profesor de cuarto, el señor Mihalko, hicieron de ese año algo de lo que sus alumnos aún hablan treinta años después. Pero los profesores como él eran individuos que nadaban contra la corriente. No podían arreglar el sistema. En casi cualquier grupo de gente se encuentra una jerarquía. Cuando se forman grupos de adultos en el mundo real es generalmente con un objetivo común, y los mejores son los que acaban siendo los líderes. El problema con la mayoría de las escuelas es que no tienen objetivo. Pero tiene que haber una jerarquía, así que los chicos crean una de la nada. Tenemos una expresión para describir lo que pasa cuando se tienen que crear categorías sin ningún criterio significativo: decimos que la situación degenera en un concurso de popularidad. Y eso es exactamente lo que pasa en la mayoría de las escuelas norteamericanas. En vez de depender de alguna prueba real, el propio rango depende básicamente de la propia habilidad para aumentar el propio rango. Es como la corte de Luis XIV. No hay adversarios externos, por tanto los chicos se convierten en adversarios unos de otros. Cuando hay una prueba real de competencia, no es doloroso estar en lo más bajo de la jerarquía. Un novato de un equipo de fútbol no se ofende por la habilidad del veterano: espera ser como él un día y es feliz de tener la oportunidad de aprender de él. El veterano puede a su vez notar un sentimiento de nobleza obliga. Y lo más importante, su posición depende de lo bien que lo hagan contra los adversarios, no de si pueden derribarse entre sí. Las jerarquías de la corte son totalmente diferentes. Este tipo de sociedad corrompe a todos los que entran en ella. Ni hay admiración en la parte inferior, ni nobleza obliga en la superior. Es comer o ser comido. Este es el tipo de sociedad que se crea en las escuelas secundarias norteamericanas. Y esto pasa porque estas escuelas no tienen más objetivo real que guardar a los chicos en un mismo sitio durante un número de horas cada día.

De lo que no me di cuenta entonces, y de hecho no me di cuenta hasta hace muy poco, es que los dos horrores gemelos de la vida escolar, la crueldad y el aburrimiento, tienen ambos la misma causa. La mediocridad de las escuelas públicas norteamericanas tiene peores consecuencias que simplemente hacer a los niños infelices durante seis años. Engendra una rebelión que aparta a los niños de las cosas que se suponen que tienen que aprender. Como muchos nerds, probablemente, no me decidí a leer nada que me hubieran encargado leer en el instituto hasta años después. Y perdí más que libros: desconfiaba de palabras como carácter e integridad porque habían sido totalmente pervertidas por los adultos. Tal como las usaban, esas palabras parecían querer decir lo mismo: obediencia. Los chicos que eran elogiados por esas cualidades tendían a ser en el mejor caso estúpidos toros de concurso, y en el peor aduladores con mucha labia. Si eso era carácter e integridad, no quería nada de eso. La palabra que peor comprendía era tacto. Tal como la usaban los adultos, parecía significar mantener la boca cerrada. Supuse que derivaba de la misma raíz que tácito y taciturno, y eso significaba literalmente estar callado. Juré que nunca tendría tacto y que nunca me harían callar. En realidad, la palabra tacto deriva de la misma raíz que táctil, y eso quiere decir ser hábil. Tener tacto es lo opuesto a ser torpe. Creo que no aprendí esto hasta la universidad. Los nerds no son los únicos perdedores en la carrera de ratas de la popularidad. Los nerds son impopulares porque están distraídos. Hay otros chicos que se excluyen deliberadamente porque están asqueados por todo el proceso. A los adolescentes, aunque rebeldes, no les gusta estar solos, así que cuando los chicos deciden salir del sistema, tienden a hacerlo en grupo. En las escuelas a las que fui, el foco de rebelión era el uso de drogas, específicamente la marihuana. Los chicos de esta tribu llevaban camisetas negras de conciertos y eran conocidos como freaks. Freaks y nerds eran aliados, y había un buen grado de superposición entre ellos. Los freaks eran en general más inteligentes que los otros chicos, aunque no estudiar nunca (o al menos no parecer estar estudiando nunca) fuera un valor tribal importante. Yo estaba más bien en el bando de los nerds, pero era amigo de muchos freaks. Usaban drogas, al menos al principio, por los lazos sociales que creaban. Era algo que hacer juntos, y como las drogas eran ilegales, era un signo de rebelión. No estoy afirmando que las malas escuelas sean la única razón por la que los chicos se meten en problemas con las drogas. Pasado un momento, las drogas tienen impulso propio.

Sin duda algunos de les freaks usaron las drogas en última instancia para escapar a sus problemas, como por ejemplo, problemas en el hogar. Pero, al menos en mi escuela, la razón por la que los chicos comenzaron a usar droga fue la rebelión. Los chicos de 14 años no comenzaban a fumar hierba porque hubieran oído que eso les ayudaría a olvidar sus problemas. Comenzaban porque querían unirse a una tribu distinta. El mal gobierno engendra rebelión, esto no es una idea nueva. Y sin embargo las autoridades en su mayor parte todavía actúan como si las drogas fueran ellas mismas la causa del problema. El problema real es la vaciedad de la vida escolar. No veremos soluciones hasta que los adultos se den cuenta de eso. Los adultos que antes pueden darse cuenta de eso son los que fueron nerds en la escuela. ¿Quiere que sus hijos sean tan infelices en octavo curso como usted lo fue? Yo no. Bien, ¿hay algo entonces que podamos hacer para arreglar las cosas? Casi seguro que sí. No hay nada inevitable en el sistema actual. Ha llegado a ser así principalmente por incumplimiento. Pero los adultos están ocupados. Estar presente en las representaciones teatrales escolares es una cosa, hacerse cargo de la burocracia escolar es otra. Quizás un día unos pocos tengan la energía para cambiar las cosas. Sospecho que la parte más difícil es darse cuenta de que es posible. Los nerds que están aún en la escuela no deberían contener la respiración. Quizás algún día alguna potente fuerza armada de adultos vendrá en helicópteros para rescataros, pero eso no va a pasar este mes. Cualquier mejora inmediata en las vidas de los nerds tendrá que venir probablemente de los propios nerds. El simple hecho de comprender la situación en que están debería hacerla menos dolorosa. Los nerds no son perdedores. Sólo están jugando un juego diferente, un juego mucho más cercano al que se juega en el mundo real. Los adultos lo saben. Es difícil encontrar adultos con éxito ahora que no reconozcan haber sido nerds en el instituto. También es importante que los nerds se den cuenta que la escuela no es la vida. La escuela es una cosa extraña y artificial, medio estéril y medio asilvestrada. Lo impregna todo, como la vida, pero no es la vida real. Sólo es algo temporal, y si miras con atención, podrás ver más allá de ella aun cuando estés todavía dentro de ella. Si la vida parece horrible a los chicos, no es porque las hormonas os conviertan en monstruos, como creen vuestros padres, ni porque la vida sea realmente horrorosa, como creéis vosotros. Es porque los adultos, para quienes ya no tenéis utilidad económica, os han abandonado para que paséis años encerrados juntos sin nada real que hacer.
Es horroroso vivir en cualquier sociedad de este tipo. No hay que mirar más lejos para explicar por qué son desgraciados los adolescentes. He dicho algunas cosas duras en este ensayo, pero en realidad la tesis es optimista: que varios problemas que damos por inevitables no son insolubles después de todo. Los adolescentes no son intrínsecamente monstruos infelices. Eso debería ser una noticia alentadora tanto para los niños como para los adultos.


Mucha gente me ha escrito sobre el artículo Por qué los nerds son impopulares y parece que muchos más están comentándolo en varios sitios web. Estas son mis respuestas a algunas de las cuestiones planteadas:

  • En mi escuela no era así. Algunos de mis amigos que fueron a escuelas privadas o a una de las pocas escuelas públicas buenas dicen que las cosas fueron para ellos muy diferentes. De lo que trato en este artículo es de la situación de la escuela secundaria pública norteamericana promedio. Estoy seguro de entender de eso, porque fui a ellas. Lo que da miedo es que las escuelas donde estuve probablemente estaban por encima de la media. Mis padres escogieron la barriada en que vivimos porque se decía que las escuelas eran buenas (como emigrantes recién llegados de Inglaterra, no tenían ni idea de lo malo que era lo «bueno»).

  • Conocí a chicos inteligentes que no eran nerds. Los chicos inteligentes no se convierten necesariamente en nerds. Si eres atractivo, un atleta nato o hermano de un chico popular, serás automáticamente popular. Pero la mayoría de los chicos populares no tienen esta ventaja: tienen que trabajar para ser populares. Y si estás interesado en, por ejemplo, la Física, no tienes tiempo que perder. Creo también que es menos probable que las chicas se conviertan en nerds que los chicos de la misma inteligencia, posiblemente porque son más sensibles a las presiones sociales. En mi escuela al menos, las chicas hacían más esfuerzos de conformismo que los chicos.

  • Ahora las cosas son diferentes. Ahora está de moda ser un outsider. En mi escuela estaba de moda ser una cierta clase de outsider, pero no un nerd. Un tipo alto y de amplia espalda que vistiera raro como señal de rebelión era guay. Un tipo bajo con una barbilla hundida y gafas grandes que vistiera raro porque su mamá elegía su ropa no lo era. Supongo que esto sigue siendo cierto hoy.

  • ¿Es diferente el cerebro de los chicos inteligentes? Dos personas han dicho que pudiera haber algo neurológicamente diferente en la gente inteligente, por ejemplo, que la razón por la que los chicos inteligentes pasan el tiempo leyendo libros en vez de hablar con los amigos no es tanto que les gusten los libros como que no les guste la gente. En el artículo he evitado deliberadamente tomar posición sobre este punto, simplemente he dicho que prefieren una cosa más que la otra, sin intentar explicar por qué. Según mi experiencia, diría que aunque algunos chicos inteligentes puede que estén en el límite del autismo, esto no puede explicar por sí solo la correlación inteligente/nerd, porque también hay muchos nerds que son muy conversadores. De hecho, uno de los más característicos defectos de los nerds es una adicción a publicar en los grupos de noticias.

  • Los nerds se lo merecen. Otra cosa que han dicho varias personas es que los nerds merecen ser impopulares por ser tan desagradables. A menudo es cierto. El artículo no trata de si los nerds merecen o no ser impopulares, sólo por qué lo son. Desde luego, algunas de las habilidades sociales que los nerds evitan aprender son realmente deseables. Algunos nerds son adultos insoportables. Sé de varias personas inteligentes con las que no podría estar hablando más de dos minutos. No creo que sea bueno que la gente inteligente sea a veces desagradable. Sin embargo, me atengo a mi afirmación de que los nerds juegan un juego mucho más cercano al que se juega en el mundo real. Se puede ser un completo cabrón y todavía triunfar en el mundo real.

  • Los nerds son impopulares porque son arrogantes. La arrogancia no hace impopulares a los chicos. Los buenos atletas de mi escuela eran muy arrogantes y eso no dañaba su popularidad.

  • Las escuelas públicas están diseñadas para ser malas. Varias personas han sugerido que leyera artículos de John Taylor Gatto, por ejemplo Six Lesson Schoolteacher. Hay una idea por ahí según la cual las escuelas públicas están diseñadas deliberadamente para producir conformistas sin cerebro. No lo creo. Creo que las escuelas públicas son sólo lo que se obtiene por omisión. Si se construye un edificio gigante en las afueras y se encierra en él a los niños durante los días laborables a cargo de unos cuantos adultos agotados e insulsos en su mayoría, se obtendrán conformistas sin cerebro. No es necesario proponer una conspiración. Creo que casi todo lo que está mal en las escuelas se puede explicar por la falta de una fuerza externa que las obligue a ser buenas. No compiten entre sí, excepto en el deporte (apartado en el que son buenas). Los padres, aunque puede que elijan dónde vivir según la calidad de las escuelas, nunca exigen más de una escuela dada. Los departamentos de admisión de las universidades, en vez de exigir más de las escuelas secundarias, compensan activamente sus defectos; esperan menos de los alumnos de las escuelas peores como es justo. Los tests estandarizados están diseñados explícitamente (aunque sin éxito) para ser tests de aptitudes y no de preparación. La forma deriva de la función. Todo evoluciona hacia una forma dictada por las exigencias que se le hacen. Y de las escuelas lo único que se exige es que mantengan a los chicos fuera de las calles hasta que tengan edad de ir a la universidad. Así que eso es lo que hacen. En mi escuela era fácil no aprender nada, pero difícil de salir del edificio sin que te cogieran.

  • ¿Por qué el problema es peor en los Estados Unidos? Sólo es una suposición mía, pero creo que puede ser porque los los sistemas escolares norteamericanos están descentralizados. Están controlados por la junta escolar local, que está formada por vendedores de coches que fueron jugadores de fútbol en el instituto, en vez de por algún ministerio nacional de Educación gestionado por doctores. Pero tampoco sería necesariamente una cosa buena para las escuelas estar controladas por el gobierno federal. En los Estados Unidos, excepto para unas pocas agencias cuidadosamente aisladas como la NSA (National Security Agency) y el CDC (Centers for Disesase Control), la gente inteligente es reacia a trabajar para el gobierno federal. El ejemplo de las escuelas privadas sugiere que el mejor plan sería ir en la otra dirección, más lejos del control del gobierno.

  • ¿Qué hay del homeschooling? El homeschooling ofrece una solución inmediata, pero probablemente no es la óptima. ¿Por qué los padres no escolarizan en casa a sus hijos hasta el final de la universidad? ¿Porque la universidad ofrece oportunidades que la escolarización en casa no puede reproducir? También las ofrecería el instituto si se hiciera bien.

  • ¿Por qué has escrito esto? (Normalmente expresado como: tienes que ser un perdedor si aún estás amargado por el instituto). Lo escribí porque mis amigos empiezan ahora a tener niños y nos encontramos preguntándonos cómo podríamos salvarlos de los horrores que pasamos en la escuela. Así que pensé en qué haría si, sabiendo lo que sé ahora, tuviera que pasar otra vez por el instituto. En mi instituto la elección era: ser popular o que la tomaran contigo. Ahora sé exactamente qué habría que hacer para ser popular. Pero pienso: qué estúpido. Sería como ser un político que se dedica interminables horas a pasar tiempo con otros para hacerse querer. De modo que me di cuenta de que aun sabiendo exactamente qué hacer para ser popular, no sería capaz de hacerlo. Preferiría estar en la biblioteca, igual como cuando estuve en el instituto por primera vez.

  • ¿Cómo puedo ser más popular en la escuela? ¿Estás seguro de que lo quieres ser? Uno de los argumentos de Por qué los nerds son impopulares es que los chicos inteligentes son impopulares porque no pierden su tiempo en cosas tontas necesarias para ser popular. ¿Quieres empezar a hacer cosas tontas?